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3 de junio de 2024

HUACHIPA, LA TIERRA DE LAS PUNTAS DE FLECHA

En la huaca San Antonio, ubicada en el Camposanto Mapfre, de Huachipa, se descubrieron proyectiles pétreos como ofrendas funerarias y los primeros vestigios de la transformación urbana de la Lima prehispánica


Roberto Ochoa Berreteaga


Imágenes de Diego Ochoa Ghersi


Dos muros del Ministerio de Cultura permiten ubicar la huaca San Antonio dentro del camposanto MAPFRE en Huachipa. Esta privacidad ha garantizado su supervivencia. Antes fue identificado como un gigantesco y antiquísimo templo en U pero, a mediados del siglo pasado, ambos brazos de la U fueron destruidos para construir las instalaciones de un fábrica. Hoy solo queda la base de ese templo en U y un montículo vecino que sirvió como cantera.



Las investigaciones arqueológicas dirigidas por Jonathan Palacios sirvieron para desentrañar el pasado de ese templo en U: unas remotas escaleras flanqueadas por megalitos semejantes a los de Cerro Sechín, pero sin grabados. Emergen de la tierra como dientes pétreos de un monstruo chavinoide. Sin embargo, Palacios desentrañó el más íntimo pasado de esta construcción, revelando al mundo los primeros pisos que cambiaron los terrenos cubiertos de cantos rodados, entre ciénagas y bosques primarios, para crear el primer paisaje urbano de la Lima prehispánica.



Palacios afirma que se trata de la construcción más antigua de Lima que se ha logrado conservar y reconoce el apoyo de la Compañia de Seguros y Reaseguros MAPFRE PERU, en la persona de Renzo Calda G. por promover y apoyar durante todos estos años el Programa de Investigaciones Arqueológicas en San Antonio - Huachipa.




Y nos revela que las últimas investigaciones han logrado una maravillosa coincidencia: la identificación del origen de la toponimia Huachipa: “Hasta ahora se han conservado algunas toponimias en el valle, como Pariachi, Ate, Chusic, Huringuancho… pero la traducción de este topónimo es interesante. Huachi es proyectil y el sufijo Pa es el lugar donde se guardan los proyectiles. “Aquí por vez primera estamos confirmando el significado de un topónimo en las entrañas de un monumento. La gente llegaba aquí y realizaban ceremonias y, como ofrendas, dejaban puntas de proyectil elaborados con distintos tipo de piedra y técnicas diferentes. Hay hasta puntas trifaciales. No hay registros de este tipo. Son puntas de dardos para estólicas”, nos dice Palacios.



Lo más curioso es que estas ofrendas se hallaron en contextos funerarios de personas y de huancas. En el entorno de esta huaca también hubo un cementerio de grandes piedras sagradas (huancas), las que fueron enterradas con ofrendas. E una tradición que aún se conserva en el poblado de Jicamarca, en al alturas de la quebrada del Huaycoloro.





LA YAPANA DEL RÍMAC




Julio C. Tello, padre de la arqueología peruana, utilizó un término: Yapana, que significa algo añadido. Las excavaciones en algunos puntos del valle del Rímac nos permiten comprobar la vigencia de la Yapana. Cuando empieza construirse el valle. Hace cuatro mil años el paisaje era totalmente distinto al actual…”, nos dice el arqueólogo mientras visitamos la zona.


-¿Aquí empezó el proceso de la domesticación del agua?


-Exacto. Toda la superficie, las márgenes del valle incluyendo las riberas del río eran básicamente pedregales, cantos rodados con sus respectivos desniveles. Hubo que nivelar todo, allanar la superficie y, luego de eso, aprovechar precisamente las descargas aluviales que traen consigo elementos en suspensión, partículas de arcilla, limos; y con eso crear las superficies utilizables, como ésta que hemos descubierto en huaca San Antonio. Eso es la yapana de la que hablaba Tello: sellan la superficie de cantos. Confeccionan una superficie buscando la horizontalidad. Una vez que tenemos la horizontalidad entonces recién se pueden desviar las descargas aluviales.



-¿De dónde venían las descargas aluviales?


-Venían del Huaycoloro y también usaron las descargas del río Rímac. Hace cuatro mil años ya existía un sofisticado dominio de la cuestión hidráulica. Ya hay un manejo del espacio. Ésta gente ya sabe usar conceptos de hidraúlica. Ellos pueden desviar parte de las crecidas con abundante arcilla.


-¿Por qué eligieron esta zona para este trabajo?


-Porque Huachipa es una suerte de tinkuy


-Un encuentro, un tingo…


-Así es, encuentro entre la desembocadura de la gran quebrada del Huaycoloro con la del río Rímac. Justo estamos en el centro de un triángulo formado por ambas desembocaduras y los cerros vecinos. Aquí lo eligieron para construir la pirámide precerámica tardía de San Antonio. Mira que hace cuatro mil años ya están funcionando estos conceptos que son parte de la cosmología andina.



-¿Aquí empieza la transformación del paisaje de lo que después fue Lima?


-Exacto. Aquí hemos excavado los sucesivos pisos y canales…


-¿Es precerámico?


-Si, y ahora te voy a presentar las pruebas. Corresponde a lo que los arqueólogos definen como precerámico tardío. Alrededor de dos mil años antes de Cristo.


-¿Contemporáneo con Caral?


Así es, contemporáneo con Caral y con las grandes pirámides de la costa norte. No sólo las del valle de Supe sino las de Casma y otros valles.


-Veo que abundan los cantos rodados, pero en los muros se ven grandes piedras ¿había una cantera cerca?



-Lo interesante de San Anbtonio es que no sólo se ubica en el tinkuy (tingo) sino que está adosado a este promontorio pétreo que fue una gran cantera. También es un espacio ritual, tiene un contenido ceremonial. Es el concepto de la montaña sagrada. La montaña natural pegada a la montaña artificial. Ambas se fusionan. Y este proceso se da precisamente durante el precerámico tardío.


-Pero esta huaca es un templo en U…


-Luego se convierte en un templo en U. Primero es una versión de las pirámides que se ven en la costa norte del Perú, pero en menor escala: tiene las mismas características, la misma planta, tiene el atrio, tiene estos niveles escalonados, tiene la escalera…


-Si esos grandes bloques cercanos a la escalera tuvieran grabados sería como los de Sechín…


-Exacto. La semana pasada nos visitó el arqueólogo Daniel Morales y dijo lo mismo: es el concepto de cerro Sechín. Aquí hubo un momento donde hay un fuerte desarrollo cultural social económico en la costa norte y llega hasta la costa central.



-El clima debió ser diferente…


-Hacia el 2250 AC hubo un gran evento del Fenómeno del Niño. Esa es la etapa que fue muy bien aprovechada…


-Lo cual demuestra que el fenómeno del Niño puede ser una bendición…


-Exacto. Gracias a los Niños se pudo habilitar grandes superficies para uso agrícola, para viviendas y también contar con material de construcción..


-¿Y se han hallado contextos funerarios?


-Si. Se ha recuperado un cementerio de esa época. Precisamente, en el vecino promontorio rocoso donde estaba la cantera, en la parte baja había un cementerio muy rico. Habían individuos con ofrendas funerarias de piedra tallada, collares, textiles… sin cerámicas porque estamos hablando del 2000 antes de nuestra era. Hay artefactos en piedra, en hueso tallado, evidencias de textiles y también petates.


-¿Lo textil fue anterior a la cerámica?


-Si, es muy antiguo. Cuando la cerámica llega lo textil ya estaba desarrollado.


-Somos una cultura fundamentalmente textil…


-Siempre lo hemos sido. Eso nos ha caracterizado. Mira tú lo de Huaca Prieta, excavado por Junius Bird en el norte. Aparentemente son textiles llanos pero con una mirada más atenta y con microscopio encontró que estaban llenos de diseños figurativos, geométricos, zoomorfos…


EL NIÑO ERA UNA FIESTA


-¿Todos esos cantos rodados que cubren la pirámide son de un “huayco” que enterró el edificio?


-No. Lo que estamos viendo en estos estratos es una secuencia de canales. Hay un gran canal que está superponiéndose a esta ocupación temprana. Luego, hacia la izquierda, se ve un canal menor que también va colmatándose, sedimentándose… y tenemos un tercer y último canal que también es usado por un tiempo hasta que termina nivelándose con la superficie.



-Pero ¿fueron canales para riego?


-No eran para riego. Eran canales para traer sedimentos.


-Cuanto más lodo trae el caudal era mejor…


-¡Mejor! Era una fiesta cuando habían fenómenos del Niño. Los arqueólogos excavamos y cuando aparecen los cantos rodados decimos: “estéril”, se acabó la excavación… pero mira aquí… Vino el geólogo Carlos Toledo. Hizo un análisis y, por lo menos, hasta metro y medio de profundidad, el sedimento estaba movido, acomodado, seleccionado. Después del metro y medio recién me dijo “esto sí es natural”. Todos estos pisos cubiertos con cantos rodados no son naturales, están cubiertos con piedras medianas y pequeñas.


-¿Nivelaron la superficie con cantos rodados?



-Si, es un trabajo monstruoso y así es todo el valle, no solo aquí. Este mismo patrón se repite en todo el valle.


-Pero esto requiere mucha mano de obra y largas etapas sin guerras para modificar todo el paisaje…


-Exacto. La población fue muy grande. Hay un Niño del año 2200 AC y otro del 1700 AC y tuvo que haber una población inmensa. En las ladrilleras de Huachipa, en la base de los perfiles, debajo de todo el material arcilloso había una capa de ceniza de varios kilómetros de extensión. Cuando se construyó esta pirámide, la zona de la desembocadura del Huaycoloro estaba repleta de gente. Había mano de obra en abundancia. Toda esa gente podía dedicarse a construir superficies agrícolas y eso signfica más riego, más cultivos, mas alimentos.


-Transformaron todo el paisaje…


-Todo el valle era así. Este mismo corte yo lo he comprobado en el valle del río Rímac, del Huaycoloro y en otros valles vecinos. Siempre es el mismo patrón: nivelación, acomodo y luego la yapana. A partir de esta yapana la gente ya puede vivir, cultivar, construir, ya es un espacio habitable y plenamente aprovechable. Lo que no sucedía antes, cuando había que esperar a que hubiera una gran descarga, el río se desbordaba hacia las márgenes y ahí se cultivaba… pero eran cultivos e inundación.


-Y esto era contemporáneo con huaca Florida, Garagay y otros espacios del territorio limeño…


-Esto es anterior huaca Florida. Esto es precerámico tardío.


-¿Hay petroglifos de esa época?


-En el promontorio rocoso donde estaba la cantera se han halado petroglifos. Pero hay muchas puntas de proyectil que requiere una manufactura muy especializada. Las hemos hallado en estas excavaciones. Este sitio tiene una desgracia y una terrible ventaja: la desgracia es que a fines de los años 50 del siglo pasado la parte posterior fue expoliada y usada como cantera. Pero eso nos ha dejado a la vista lo que sería el corazón de la pirámide. Recién en los años 80 del siglo pasado yo localicé este sitio con una fotografía aérea. Identifiqué lo que quedaba del templo en U porque la foto era de los años 40. Vine y confirmé que era un monumento en U muy antiguo.


-Los trabajos aquí se paralizaron ¿cómo es que renovaron la excavación?


-Si, fueron paralizados pero es la propia empresa MAPFRE la que tiene interés en desarrollar un programa de puesta en valor. Se está acondicionando el sitio para los visitantes.


-¿Con un centro de interpretación?


-Exacto. MAPFRE quiere darle valor al monumento más antiguo del valle del Rímac. Es digno de que sea conocido y que la gente pueda venir y apreciarlo. Toda esta área se va a techar para proteger el frontis.


-¿Esta primera construcción fue enterrada?


-Si, la gente que vino después tuvo mucho cuidado en sellar el sitio. Lo rellenaron y taparon con mucho cuidado para poder seguir siendo utilizado. Esto es conocido como el enterramiento ritual. Es una tradición andina. Este sitio ha sido sellado de tal manera que se le dio la forma de una montaña. Es una réplica de la montaña vecina, que sí es natural. Es una reiteración del concepto de sacralidad. Dos espacios sacros. Hay preocupación de esta gente por respetar el monumento.


-¿Es algo así como la dualidad andina?


-Si, desde aquel entonces funciona la dualidad que luego quedó impregnada e todo el mundo andino.


PAISAJE DE CERROS VECINOS


Desde la cumbre de la pirámide, comprobamos los cerros circundantes con la aplicación PeakFinder y comprobamos que las salidas del sol durante los solsticios y equinoccios están relacionados con abras del cerro Matabuey, cuya silueta se impone en el horizonte hacia oriente. Esta relación es confirmada por Jonathan Palacios:










“Desde que se construyó este monumento siempre apuntó hacia la cumbre del cerro Matabuey y esta orientación siempre se ha mantenido. Luego, con el templo en U se mantuvo la orientación. Lo curioso es que en la cumbre más alta del cerro Matabuey hay una plataforma desde donde se puede ver este monumento”, confirma el arqueólogo.


Cuando visitamos el lado occidental de huaca San Antonio llama la atención una técnica constructiva inusual. Básicamente con cantos rodados pero no en shicras o en bolsas de relleno. Son cantos rodados seleccionados de acuerdo al tamaño y en orden vertical.



-Parece la reconstrucción que hizo Jiménez Borja en Huallamarca…


- Si (risas) fue una reconstrucción muy mesoamericana. Pero aquí arriba tenemos un atrio muy antiguo. A simple vista podemos notar la fina selección de cantos rodados para esta construcción.


-¿Esta parte también es precerámico?


-También.


-¿Y por qué hay tantas huancas? Es una construcción megalítica…


-Aquí hemos encontrado huancas (piedras sagradas) enterradas con ofrendas.


-¿Enterraban las huancas?


-Si, hemos hallado muchas piedras talladas, grandes, que fueron enterradas y con ofrendas. Ellos mismos las han enterrado. Recordarás que en el libro AGUA hay una mención a las huancas: un grupo llega para hacer un ritual en la laguna. Traen una huanca, la paran y le hacen toda una ceremonia…



-Eso es actual, en las alturas de Jicamarca…


-Así es. Sigue vigente…


-Y Jicamarca está vinculado con Huaycoloro…


-Claro, es la misma quebrada y nosotros estamos parados en la desembocadura del Huaycoloro. Aquí hemos hallado muchas huancas enterradas con ofrendas. Y todo esto es artificial…



Los trabajos en huaca San Antonio cultimnaron esta semana y Palacios hace un reconocimiento personal para todos los colegas que en su momento conformaron el equipo del Proyecto, en especial, para las arqueólogas Elizabeth Enriquez T. y Jaqueline Angeles M. Así como los señores Máximo Macetas, José Canchohuamán y demás amigos por su esforzada y entusiasta participación.



Palacios nos muestra su hallazgo al que considera “el tesoro de catalina huanca en arqueología”: se refiere a varias puntas de flecha, finamente elaborados en cuarzo y granito. Fueron hallados como ofrendas de huancas (piedras sagradas) enterradas en contextos funerarios. “Aquí hubo una eclosión tecnológica. Es una época de cambio climático y esto se refleja en los materiales y en la tecnología. Estas puntas son de características de otros lugares fueron trabajados en otros sitios”.


Hace cuatro mil años, cuando se construyeron las bases de la huaca San Antonio, la elaboración de proyectiles o puntas de flecha era un hito en la tecnología humana. Desde entonces, este sitio fue conocido como Huachipa, el lugar donde están los proyectiles.


También se hallaron cantos rodados en esos mismos contextos funerarios. “Los cantos rodados se asocian con el agua. Julio C. Tello encontró estas piedras en las cavernas funerarias de Paracas. En Huamachuco también hay cantos rodados como ofrendas. En Jicamarca se llevan cantos rodado de manantiales para atraer lluvias. Es una tradición funeraria muy antigua en el mundo andino”..


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