Por Patricia Salinas, desde Valencia.
De un día para otro todo puede cambiar. Lo sabemos y lo debimos reaprender en la pandemia, pero los humanos somos tan imperfectos que, ya es hasta ocioso decirlo: “No hemos aprendido nada”. Es la frase que repiten los dependientes en los supermercados de Valencia, España, cuando ven a la gente que vive en el centro de la ciudad, arrasar con las botellas de agua y el papel higiénico, sin lógica alguna, como ocurrió en casi todas partes del mundo en el 2020, cuando comenzó el confinamiento por el Covid.


Esta vez se trata de una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), fenómeno conocido en el pasado como “la gota fría” y que históricamente se ha asociado con desastres, inundaciones y daños en general por las lluvias y fuertes vientos, pero que, si bien es cierto, es común en estos meses del año, esta vez llegó sin previo aviso y con una fuerza nunca antes vista.


La furia de esta DANA se concentró en Valencia, a donde el desastre llegó con todo: temporal, tormenta, tornado, desbordes de ríos y lo que nosotros, los peruanos, conocemos como huaicos, al punto que muchas de las imágenes que se han visto evocaba aquellas del 2017, cuando Evangelina Chamorro emergió del barro en la playa de Punta Hermosa, después de haber sido arrastrada dos kilómetros.


Según los analistas los efectos que ha dejado la DANA son los de un tsunami: al menos noventa y cinco personas fallecidas y decenas de desaparecidos. Apagones, cortes de carreteras, suspensión de servicios ferroviarios, pueblos enteros arrasados por una implacable riada en la peor gota fría del siglo e incluso, según dicen los lugareños, de que se tenga recuerdo.
El gobierno ha declarado tres días de duelo y promete ayuda estatal y de fondos europeos para los damnificados, pero eso, como siempre, es llorar sobre la leche derramada. Las críticas por la falta de previsión de las autoridades son furibundas.

Y es que resulta increíble que en estos tiempos la naturaleza siga nos ganando todas las partidas. No podemos ni con ella ni con una bacteria invisible. Alguna lección deberíamos sacar de eso. Humildad, por ejemplo. Pero una vez habrá que repetir la frase : “No hemos aprendido nada”.
MÁS INFORMACIÓN:
https://www.publico.es/sociedad/directo-ultima-hora-inundaciones-dana-valencia.html