Roberto Ochoa Berreteaga,
Es bueno recordar que, en su primer discurso a la nación, Castillo prometió la compra de un helicóptero “para cada región” (sic). No especificó para qué pero en esos días habían incendios forestales y otras emergencias que resaltaron nuestra endémica carencia de naves de auxilio rápido. Para variar, fue otra de sus promesas incumplidas. Sólo cumplió con las granjerías prometidas a sus cómplices y en satisfacer las demandas de las bandas de mineros ilegales, traficantes de terrenos, taladores informales y otras mafias que financiaron su campaña electoral. Cabe recordar que muchos de estos delincuentes están ahora tras la quema de bosques y pastizales.
Pero si el Gobierno nacional es un desastre, los gobiernos regionales y municipales también son parte del problema, pues su burocracia no supo reaccionar a tiempo para evitar los incendios. Ni qué decir la lenta reacción del Instituto Nacional de Defensa Civil y de las Fuerzas Armadas. Solo los bomberos y los comuneros afectados cumplieron a tiempo con su deber.
Prueba de ello es lo sucedido en Amazonas, donde su gobierno regional tardó demasiado en advertir los estragos causados por el siniestro en sus bosques, áreas agrícolas, pastizales y zonas arqueológicas. Mientras escribo estas líneas aún quedan diez incendios activos y la presidente Boluarte tuvo la brillante idea de sobrevolar la zona para comprobar los estragos del siniestro… ¿es en serio? Cuando empezaron los incendios muchos helicópteros no cumplieron con su misión por la carencia de combustible, pero la mandataria ahora gasta gasolina en un paseo promocional.
En medio de la humareda también terminaron chamuscados varios ministros: PCM, Defensa, Agricultura, Medio Ambiebnte y hasta el flamante titular de Cultura: mientras sus funcionarios y trabajadores eran manipulados para todo el show armado durante el velorio de Alberto Fujimori, ni el directorio de Lima ni las oficinas descentralizadas supieron reaccionar para enfrentar los fuegos que amenazan la zonas arqueológicas y otras áreas de interés cultural.
De toda esta frondosa burocracia sólo lo guardaparques del Sernamp cumplieron con su deber, pero siempre sin los instrumentos adecuados y ante la indiferencia de los funcionarios del Gobierno central.
Pero dios es peruano: lluvias fuera de temporada ayudaron a apagar algunos incendios y pronto surgirá otra noticia que nos hará olvidar los incendios hasta el próximo año. Será entonces cuando comprobaremos que seguimos sin naves aéreas suficientes y sin dinero para enfrentar estas catástrofes… mientras que nuestro mermado presupuesto se gasta en mantener a entidades anacrónicas como Petroperú (debería llamarse “Petropeor”) y en mantener esa casta de burócratas inútiles de nuestro gigantesco e inútil ogro filantrópico.