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23 de agosto de 2024

VICHAMA REVELA EVIDENCIAS DE LOS GRAVES EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO HACE 3800 AÑOS

También se realizó una investigación arqueobotánica en Vichama que resultó en la identificación de un total de 35,790 restos vegetales de plantas comestibles.

Hace 3,800 años el mundo fue escenario de los catastróficos efectos de un cambio climático. Los especialistas aseguran que sucedió, aproximadamente, dos mil años antes de nuestra era y que existen vestigios en Egipto, Mesopotamia, China, India y Perú de una sucesión de cataclismos precedidos por aluviones y largas sequías.

En nuestro país, la arqueóloga Ruth Shady Solís, directora de la Zona Arqueológica de Caral (ZAC) mostró evidencias de estos cataclismos que provocaron el abandono de grandes centros poblados y el nacimiento de otros, como el de Vichama, en Végueta, provincia de Huaral. Es decir, se produjeron grandes migraciones hacia las zonas del litoral por la prolongada sequía que afectó a los nevados andinos.

En este montículo ubicado frente al mar huaralino se han descubierto los restos de antiguos monumentos decorados con frisos que plasman la memoria de este catastrófico fenómeno climático.






Así lo reveló la Dra. Shady Solís en la ceremonia realizada el miércoles 22 de agosto en los ambientes del Ministerio de Cultura, donde se conmemoró los 17 años del proyecto arqueológico de Vichama y los 30 años del inicio de las investigaciones en Caral.

En el Edificio Principal (Sector A) se exhumó un impresionante relieve mural, al que se le ha denominado “La Danza de la Muerte y de la Vida”, compuesta por 34 representaciones. En la plataforma inferior del edificio se observan seres muertos, aparentemente adultos, con las costillas marcadas y los ojos cerrados, entre dos cuerpos cadavéricos. En el nivel superior, se ven jóvenes, en diversas posturas, como en una danza ritual, enmarcados entre dos peces. En una etapa posterior, sepultaron el mural y construyeron encima un nuevo salón ceremonial, donde modelaron la figura frontal de un sapo con manos humanas, y una figura geométrica estilizada a modo de rayo sobre su cabeza, al que se le denominó el “Sapo Humanizado”.

El sapo en la cosmovisión andina es un animal relacionado con la llegada de las lluvias, por lo que se presume que en este ambiente se realizaban ceremonias astronómicas y ritos propiciatorios para la fertilidad agrícola.



Otros relieves que refuerzan este concepto fueron descubiertos en el Edificio Público de los Depósitos (Sector K). En una escena se observa un relieve escultórico, compuesto por cuatro cabezas humanas con los ojos cerrados, y dos serpientes que se desplazan entre ellas, hacia una semilla antropomorfizada, con la boca abierta y las raíces hincadas en la tierra. En otra escena, un “Sapo Humanizado” porta una cabeza antropomorfa, que tiene los ojos cerrados. Según la interpretación de la doctora Shady, esto representaría “El Anuncio y la Llegada del Agua”.

Los relieves escultóricos de Vichama han sido vinculados con la memoria de un período de escasez y hambruna anterior. Serían recordatorios para el colectivo social, sobre las dificultades enfrentadas por el cambio climático y la escasez del agua y de los alimentos. Este evento, que no debía ser olvidado, transmite una información que debe ser aprovechada por la población actual, que ya afronta un cambio climático global.



El centro urbano de Vichama fue construido sobre una terraza y laderas del cerro Halconcillo, a un kilómetro y medio del litoral y a 75 metros sobre el nivel del mar, por encima de los campos agrícolas que se extienden a lo largo y ancho de la sección inferior, margen derecha, del valle de Huaura.

El asentamiento tiene una extensión de 25 hectáreas y entre los 3800 y 3500 años antes del presente comprendió 22 conjuntos arquitectónicos, con edificios públicos, plazas de reunión y sectores domésticos. Los hallazgos realizados dan cuenta que esta sociedad tuvo gran interacción con culturas de la selva, costa y sierra.





La doctora Ruth Shady sostuvo que, en 17 años, además de la labor arqueológica, el equipo multidisciplinario de la Zona Arqueológica Caral, ha trabajado en la conservación del patrimonio cultural. También, en la transmisión de la información recuperada, sobre los conocimientos desarrollados en ciencia y tecnología, y de la historia social y cultural de Vichama, en beneficio de la población local, nacional e internacional.




Asimismo, a través de su programa “Caral - Vichama en la Escuela”, transmite a los niños y jóvenes la información del patrimonio arqueológico, para que se identifiquen con él, lo valoren y protejan; la Zona Arqueológica Caral apoya en la difusión de la gastronomía, artesanía y agricultura actual de Végueta - Huaura.

En la ceremonia, Shady reconoció la eficiente labor de su equipo multidisciplinario y los esfuerzos por integrar a la población local en el contexto histórico de las excavaciones, generando así una nueva identidad local. También presentó al equipo de arqueólogos: Aldemar Crispín, Tatiana Abad, Alonso Prado, José Tumbalobos, Alexander Zúñiga y Elvis Peralta, encargado de las relaciones comunitarias. Así como a los subdirectores Edna Quispe, Carlos Leyva y Pedro Novoa.


¿QUÉ SE COMÍA EN CARAL?

La arqueóloga sanmarquina y Pedro Novoa también presentaron el resultado de los últimos estudios sobre los alimentos que fueron consumidos por los antiguos pobladores de este sitio. Este importante estudio, llevado a cabo por el equipo de arqueólogos e investigadores de la ZAC y recientemente publicado en la prestigiosa revista científica internacional Q1 Vegetation History and Archaeobotany, revela qué plantas consumieron, utilizaron en actividades ceremoniales y ofrecieron en rituales.




En la intervención de los edificios públicos de Vichama se recuperaron 123 muestras de contextos arqueológicos primarios, sobre las que se efectuó el estudio arqueobotánico. Las muestras corresponden a sedimentos ricos en materia orgánica, ofrendas y pisos. Se identificó un total de diecisiete especies de plantas comestibles, entre ellas, frutas como guayaba, lúcuma, palta y ciruela de fraile; ajíes; legumbres como pacae, frijol, pallar y pallar del gentil; así como rizomas y tubérculos (achira, camote y papa) y zapallos.



Los resultados de esta investigación revelan una alta frecuencia de frutas (principalmente guayaba y lúcuma) y ajíes (entre ellos el ají amarillo) en los contextos analizados, lo que sugiere que estos frutos y especias eran habitualmente consumidos, utilizados en actividades ceremoniales y como parte de ofrendas.

En contraste, los restos de pacae, pallar, achira, camote y papa mostraron una baja frecuencia, lo cual se explica por el consumo completo de sus semillas, raíces y tubérculos. Sin embargo, su elevada frecuencia en contextos asociados a ofrendas subraya la importancia de estos taxones comestibles en Vichama.

Esta información es fundamental para conocer la dieta y la domesticación de las plantas en el antiguo Perú, muchas de las cuales forman parte de la dieta en la actualidad.





VICHAMA RAYMI 2024

Para conmemorar el 17 aniversario de este sitio arqueológico se realizará, este viernes 30 y sábado 31 de agosto, el conocido “Vichama Raymi 2024”. Una fiesta cultural que genera identidad y orgullo en los habitantes del distrito de Végueta, y de todo el Perú.

Muy pronto, el equipo de investigación de la Zona Arqueológica Caral presentará una nueva publicación sobre el uso de fibras vegetales empleadas en la elaboración de las esculturas de arcilla de Vichama, lo que permitirá ampliar el conocimiento de esta sociedad.




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