Situados justo en el medio de una poderosa revolución tecnológica, que cual tormenta deja sentir sus efectos en todos los ámbitos del mundo erigido por el hombre, es preciso dar cuenta de la manera en que la producción de visualidades contemporánea es redefinida por dichos procesos. A estas alturas resulta factible comprender que nuestra cultura es eminentemente visual. Por ello se impone entender el modo en que las estrategias de circulación y difusión de contenidos en la sociedad red se valen de una mezcla no vista hasta ahora, tal vez muy semejante a lo ocurrido en la sociedad medieval, de arte y estética en un proceso que parece aniquilador de lo tangible, dirigiéndose a pasos acelerados a una digitalización de la sociedad, a una puesta no en escena, sino en ventana, de lo real. Nos dirigimos a un simulacro, como lo anunciaba Jean Baudrillard. O tal vez ya estemos en él.
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