Así es como se resumiría el sentimiento de una tejedora qaqachaqueña obligada a entregar alguno de sus textiles; y es que claro, desde el momento de su fabricación, los tejidos ya son parte de su cuerpo. Denise Arnold y Elvira Espejo se ocupan de explorar los fundamentos de una afirmación de este tipo en su nuevo libro, El textil tridimensional. La naturaleza del tejido como objeto y como sujeto. Desde hace ya varios años, las autoras se encuentran dedicadas a un análisis profundo (etnográfico, lingüístico, histórico) de las estructuras textiles que dan fundamento a los desarrollos tecnológicos andinos, con una mirada sensible a las propias relaciones ontológicas que configuran estos devenires técnicos (que son, a la vez, vitales) de los textiles y sus productores. En esta oportunidad, el argumento propone la tridimensionalidad como carácter indispensable para una comprensión acabada de los textiles en los Andes. Lo tridimensional viene a hacerle frente aquí a aquellos análisis que tienen a los textiles como productos acabados, desvinculados de los procesos concretos que permiten fabricarlos y traerlos a la vida. Por el contrario, Arnold y Espejo proponen que los textiles, como las personas, son continuamente fabricados a través de técnicas específicas que se encuentran en relación de continuidad con aquellos carácteres (como los motivos) que observamos en los productos (o personas) acabados. Como afirman las tejedoras de la región, adentro del textil están su « espíritu » y sus « corazones »; y es a esta tercera dimensión a donde desean introducirnos las autoras.
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