COCINANDO HISTORIAS
El nuevo libro de Gastón Acurio mezcla sus recetas más entrañables con sus recuerdos más personales.
Por: Patricia Salinas Oblitas
Gastón Acurio no solo es un excelente cocinero (detesta que le digan chef) también es un gran comunicador. De allí que haya publicado una docena de libros antes de el que vamos a comentar en esta nota, y haya sacado adelante varios programas televisivos, de los cuales, el más recordado es “Aventura culinaria”, en Plus TV.
Sin embargo, “Gastón Acurio: Cocinando historias” es más una suerte de diario personal que intercala recetas entrañables que fue aprendiendo en distintas etapas de su vida, con recuerdos de su infancia y su adolescencia que, según sus propias palabras “no quería olvidar”, por lo que los iba compartiendo con sus seguidores de sus cuentas de Facebook e Instagram. El libro es una compilación de aquellos textos.
Gastón hace una “fusión” de ceviches, chupes, causitas y sancochados con escenas de su vida: desde sus travesuras infantiles en Lince, sus incursiones a la cocina de su casa, sus primeros amores, hasta los días en Europa cuando decidió dejar su carrera de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid para buscar su verdadera pasión, la cocina y, de paso, encontrar a su verdadero amor, Astrid, nada más y nada menos que en la Cordon Bleu de París.
Y aunque no cabe duda alguna de que Gastón es el peruano más querido, al extremo de que muchas veces le han propuesto lanzarse como candidato a la presidencia del Perú, Gastón ha decidido más bien, desde hace un buen tiempo, retirarse de la vida pública, lo que significa que ni siquiera da entrevistas.
El único vínculo con sus miles de seguidores son sus redes sociales. En ellas, hace unos días, refiriéndose a su ya mítico restaurante “Astrid & Gastón”, reflexionó sobre el verdadero significado del éxito: “Hay momentos en la vida en que nos dejamos arrastrar por la corriente, guiados por la ilusión de premios, reconocimientos y logros que parecen señalar el camino hacia el éxito. Sin darnos cuenta, que en esa búsqueda olvidamos lo que de verdad importa: el cariño de aquellos que estuvieron a nuestro lado cuando los días eran difíciles, cuando velar por la felicididad de cada comensal que entrara en nuestro restaurante era la única batalla diaria”.
Y agregó: “Por suerte la vida, sabia y generosa, muchas veces nos ofrece segundas oportunidades. Por suerte fue a tiempo que despertamos de ese hechizo, miramos hacia atrás con humildad y volvimos a ellos. Y vaya lección que nos dieron. Ahí estaban, esperando con paciencia un solo gesto, una señal, para, con el mismo amor de siempre, volver a llenar nuestro restaurante con su presencia, recordándonos que el verdadero éxito no se mide por los trofeos que acumulas, sino por los corazones que tocas en el camino”.
Y vaya que ha tocado corazones.
En la miniserie “Nada”, el protagonista, que es un crítico gastronómico, explica los tres bocados de la prodigiosa cocina china: Wen, Zhao y Wogh. El primero es el de la necesidad de calmar el hambre, el segundo es algo que se elige porque nos gusta y el tercero es el bocado del corazón, ese que conecta la comida con los buenos recuerdos. Esos olores y sabores que nos transportan a nuestros momentos más felices. Pues eso es “Cocinando historias”: el bocado Wogh.