
LA DESPEDIDA DE FERNANDO BELAÚNDE EN CUSCO
En el baúl de los recuerdos rescaté esta serie de fotografías que le tomé al arquitecto Fernando Belaúnde Terry, en 1990, cuando encabezó su mitin que marcó la despedida de su vida política
Texto y fotos Roberto Ochoa Berreteaga
-“Belaúnde nunca te dará una entrevista…” Fue lo primero que me dijo Alejandro Sakuda, director del diario La República, cuando le propuse viajar a Cusco para cubrir el mitin y sacarle una entrevista en plena campaña electoral del Fredemo. Y agregó que el exmandatario “odia a La República porque lo hicimos famoso como el presidente que andaba en las nubes”.
Mientras yo ensayaba un argumento, Sakuda agregó algo así como “no voy a gastar en viáticos cuando el corresponsal puede cubrir su mitin de despedida”.
Fin de la discusión.

Era 1990. Yo tenía 29 años y era reportero de la revista DOMINGO, de La República, donde publicaba reportajes políticos y notas en la sección En Breve (la versión republicana de la célebre Mar de Fondo, de la revista Caretas, mi alma mater)
Debo reconocer que me encantaba la sección En Breve. Eran notas pequeñas que iban directo a la yugular con redacción divertida sin respetar pirámides invertidas. “Harta pepa” era el lema de esa sección donde, además, coleccionábamos denuncias de funcionarios y políticos corruptos.
Y era precisamente en la sección En Breve donde yo lograba publicar reveladoras notas sobre la candidatura de Mario Vargas Llosa y de la alianza del Fredemo: Libertad, Acción Popular y el PPC.
Ya había decidido votar por Vargas Llosa. Pero trabajaba en un diario que era opositor a su candidatura. En el diario lo sabían y jamás me criticaron ni censuraron. Vivíamos los estertores del primer Gobierno de Alan García. La hiperinflación convirtió en “millonarios” a todos los peruanos.

Todo escaseaba menos la corrupción gubernamental. La alianza del Fredemo (por aquel entonces el Movimiento Libertad, Acción Popular y el PPC eran los únicos partidos de “derecha”) se enfrentaba a la candidatura oficialista del Apra y a las de los diversos grupos de izquierda. El Apra estaba desprestigiada y la izquierda oficial no sólo había sufrido el negativo efecto del terrorismo de Sendero Luminoso (en aquellos años tenía amenazado a casi todo el país) sino también del MRTA, cuyos “guerrilleros” se habían convertido en una banda de extorsionadores, secuestradores y guardaespaldas de los narcos. Por si fuera poco, la izquierda legal fue una gran desilusión pues había apoyado las primeras medidas “revolucionarias” de Alan García (no pagar la deuda externa, control de precios y se los ganó con los conciertos de Pablo Milanés y Silvio Rodríguez en palacio de gobierno) y luego volvieron a pisar el palito de AGP cuando apoyaron la cuestionada estatización de la banca. Para colmo de males, tanto Alan García como la izquierda legal apoyaron luego la candidatura de Alberto Fujimori. Y ya sabemos en qué terminó toda esa alianza electoral contranatura.

Pero volviendo a LR, tengo otros recuerdos de Alejandro Sakuda. Más de una vez me llamó a su oficina o a la misma sala de redacción y me increpaba delante de los colegas:
“Sabes que estás en La República ¿no? Aquí no apoyamos al Fredemo”.
Yo inventaba alguna justificación pero siempre con el rollo de que lo publicado era “harta pepa” y que la competencia recién lo publicaba días después. En eso no mentí: tenía buenos contactos en los partidos que integraban el Fredemo. Pero mis notas salían en el suplemento dominical, es decir, una vez a la semana, mientras que en la edición diaria le daban con palo a Vargas Llosa y al Fredemo todos los días. Sin embargo, el editor de Domingo, el maestro Víctor Caycho, jamás vetó ni censuró mis notas.
En esos días de 1990, el Frente Democrático pasaba por una grave crisis interna. Vargas Llosa amenazó con renunciar a su candidatura debido a las rencillas internas entre los dirigentes aliados y fue entonces cuando el arquitecto Belaúnde tuvo la entereza de anunciar públicamente su retiro luego de brindar todo su apoyo al autor de La Casa Verde… y su retiro sería en la ciudad de Cusco, génesis de Acción Popular.

Pero Sakuda no dio marcha atrás y me negó los viáticos necesarios. Ahora que lo recuerdo creo hubiera hecho lo mismo. Además, ese era el estilo de Sakuda: un director confrontacional que decía las cosas directamente y sin mecernos. Y aprendí que eso es bueno a la hora de planificar reportajes y campañas periodísticas.
Le insistí y le dije que me iba de todas maneras a Cusco para traer siquiera una crónica del mitin. Sakuda me deseó suerte y me advirtió que tampoco podía llevar un fotógrafo porque faltaban manos en Lima para cubrir la campaña electoral. Caballero nomás. Viajaría con mi entrañable Nikon F3, analógica. Era un fierrazo pero sólo tenía un lente normal y un zoom 70-210 mm. Necesitaba una gran angular si es que lograba acercarme lo suficiente al estrado donde Belaunde proclamaría su despedida.
También debo reconocer que no le faltaba razón a Sakuda cuando me dijo que Belaúnde nunca concedería una entrevista. Su segundo gobierno coincidió con la fundación del diario. En el directorio de LR figuraban connotados empresarios velasquistas y apristas. Lo mismo sucedía en la redacción, con experimentados periodistas a los que nosotros, los jóvenes de entonces, admirábamos por su trayectoria y experiencias de vida.

Uno de los que más recuerdo era Ismael León. Era un buen editor y pieza clave en la redacción republicana. Los jóvenes periodistas ya lo veíamos como futuro director del diario pero más de una vez mandó a rodar algún empresario del directorio que se atrevió a cuestionar sus reportajes porque tocó a uno de sus amigotes de turno. Por eso le bajaron el dedo.
Ismael León me incentivó a cubrir el mitin de FBT en Cusco, así fuera con la mía. “Será una gran experiencia para ti”, fue lo que me dijo. Pero añadió: “no creo que Belaunde te dé la entrevista. Jamás le perdonará a Mohme su traición con Acción Popular”. Me dejó helado. No le faltaba razón, el Ing. Gustavo Mohme Llona había sido militante de AP, pero tras el golpe de Velasco fundó el partido Acción Popular Socialista (APS) afín al régimen militar. Cuando FBT volvió al poder lo enjuició y logró que APS cambiara a Acción Política Socialista.
Estuve a punto a cancelar mi viaje a Cusco (había nacido mi hijo y estábamos en plan de mudanza así que no podía gastar de la mía para este tipo de reportajes) pero finalmente decidí viajar un día antes del mentado mitin.

En aquellos años no abundaban los turistas en Cusco. La crisis económica y el terrorismo colocaron al Perú en la lista negra de los destinos turísticos. Por si fuera poco, el Gobierno de Alan García había espantado inversionistas porque nadie quería invertir en un país donde la hiperinflación en 1990 llegó a 7,900%.
Cuando llegué a mi querido Cusco ya no habían alojamientos. Descarté la casa de algún familiar porque estaban lejos del centro histórico o en el Valle Sagrado de los Incas. El único hotel de lujo que existía cerca a la plaza mayor estaba copado así que opté por el hotel de Turistas. Pero ya no habían habitaciones. Estaban ocupadas por políticos de AP, simpatizantes y colegas de otros medios de comunicación que llegaron con varios días de anticipación y con viáticos suficientes. Entre ellos, sobresalían los de El Comercio. Ni qué decir de los canales de televisión. También vi a un joven Jaime Bayly, enviado por el diario Expreso para cubrir el mitin. Pucha, la competencia estaba fuerte, fue lo que pensé.

Para mi suerte me encontré con un viejo amigo que era militante de AP desde su fundación (está en alguna de las fotos). Él me comentó que Raúl Diez Canseco y Vitocho García Belaúnde habían logrado separar una habitación con varias camas para otros políticos de AP “pero que había un sillón disponible”, fue lo que me prometió.
En menos de diez minutos ya me estaba instalando en la habitación. Raúl y Vitocho resultaron muy buenos anfitriones pese a que tuvimos varias discusiones políticas. Con ellos nos dirigimos al mitin que, para mi sorpresa y pese a las amenazas de las autoridades apristas y de los senderistas, estaba repleto de simpatizantes.
Belaúnde ya era un hombre mayor pero era una fiera política que se revitalizó apenas subió al estrado y se instaló frente al micrófono. A su lado estaba Violeta Correa, su esposa. Fue un discurso emotivo pero yo estaba abajo, entre los colegas, y esas fotos no me servirían para nada. Fue entonces cuando, en un descuido de los agentes de seguridad, salté al estrado y pude escalar hasta que uno de los guardaespaldas me tomó del tobillo y me inmovilizó. El estrado s remeció y Violeta Correa se asomó preocupada. Sólo atiné a decirle: “Usted es periodista, déjeme subir al estrado para tomar buenas fotos”. Hizo una señal y me soltaron el tobillo.

El arquitecto Belaúnde ni se inmutó. Era otra persona, articulando un vibrante discurso sin necesidad de leer apuntes en algún papel. Fue entonces cuando extrañé el gran-angular. Quería la foto con FBT ondeando una bandera peruana y, como fondo, el respetable y el frontis de la iglesia de la Compañía de Jesús. Mi lente no lo permitía.

Cuando terminó su discurso, FBT me dio unas palmadas en el hombro y me dijo algo así como que “ya tienes la foto”. Le agradecí pero agregué que me tenía que dar una entrevista para La República. No me dijo ni sí ni no. Cuando descendimos, Violeta Correa me dijo que estaba de acuerdo con la entrevista pero que debería ser en el hotel. Una camioneta los esperaba abajo. La multitud vitoreaba a arquitecto y coreaban “Belaunde presidente”. FBT le abrió la puerta a su esposa y la invitó a subir en la cabina de la pick up pero él decidió trepar a la tolva para darse su último baño en multitud. Fue entonces cuando empujé a uno de los agentes de seguridad y salté a la tolva para seguir tomando fotos de Belaúnde.

Ahí descubrí esa energía que tienen los políticos por naturaleza. Belaúnde había rejuvenecido. Se sujetó con una sola mano de la baranda y con la otra no dejó de saludar a sus simpatizantes que rodeaban la camioneta para saludarlo. Fue entonces cuando le grité: “¡arquitecto, tenemos que subir a Sacsayhuamán para hacer las fotos de la entrevista!”.
Con eso bastó. FBT golpeó el techo de la cabina. El chofer se apeó para escuchar la orden:
-¡A Sacsayhuamán!
El resto lo pueden ver en las fotos. Todas fueron tomadas con mi Nikon F3, en negativo color, pero tuve que hacer de fotógrafo y de entrevistador. En algún momento, mientras recorríamos Sacsayhuamán, Raúl Diez Canseco y Vitocho García Belaunde fueron mis fotógrafos. Ellos mismos se ofrecieron y es un detalle que jamás olvidaré.

La entrevista continuó en el patio de hotel. El tema principal fue la coyuntura electoral, sobre los errores que se habían cometido durante la campaña y sobre algunos personajes desleales. Le pregunté por Alfredo Barnechea, por ejemplo, que había sido candidato del Apra y que ahora se había subido al coche del Movimiento Libertad. Evitó responder, me dijo que no quería hablar de esos personajes. Yo había pronunciado “Alfredo Barrenechea” y el propio Belaúnde me corrigió: “No es Barrenechea, ojo, es Barnechea, no te equivoques”.

También recuerdo que, al hablar sobre el potencial turístico cusqueño, Belaúnde recordó unos versos del poema Alturas de Machupicchu, de Pablo Neruda, y los recitó de memoria: “Piedra sobre piedra, el hombre dónde estuvo…” y solo lo interrumpí para recordarle que Neruda lo describió en su libro autobiográfico, Confieso que he vivido, como un presidente decente y bien intencionado pero demasiado soñador y alejado de la realidad…

Belaúnde confirmó mi pregunta y me dijo que Neruda era un gran poeta y también un político comunista, por eso jamás sería santo de su devoción. Pero reconoció que esas críticas no restaban nada de su condición de gran poeta universal y resaltó que Neruda vino al Perú para conocer Machupicchu durante su primer gobierno.
Ahora que lo pienso, hubiera sido genial si la entrevista hubiera sido televisada para escucharlo recitar en vivo y en directo.
Cuando regresé a La República fui donde Alejandro Sakuda y no me creyó. Puse play en la grabadora y le dije que tenía cinco rollos de fotografías, así que me dio cuatro páginas con llamada de portada (o creo que fue titular de portada). Las fotos que ilustraron la entrevista deben estar en el archivo de La República, pero yo me quedé con algunas y estas son las que pude ampliar y conservar hasta la fecha.

Años después de la entrevista y poco antes de su muerte, visité al arquitecto en su pequeño departamento ubicado en un barrio mesocrático cerca a Camino Real. En aquellos días yo dirigía la revista Andares, Guía del Viajero, y el arquitecto me llevó a su biblioteca, abrió su gran libro con los mapas del Perú y me demostró su profundo conocimiento de la patria, recomendándome algunos reportajes para la revista. Me encantó ver una de mis fotos enmarcadas en su pared. Se le ve feliz en el estrado, ondeando la bandera de ese Perú que tanto amó y como fondo el frontis de la Compañía de Jesús. No se veía a la multitud porque me faltó ese gran angular en mi querido Nikon F3.
