Por Roberto Ochoa Berreteaga
Como todo poblado que se respete, este distrito de la provincia limeña de Huarochirí tiene nombre y apellido: San Andrés de Tupicocha. Figura en el célebre Manuscrito Quechua de Huarochirí (considerado la biblia de la cosmovisión andina). Es epicentro del uso y conservación de los quipus, tanto así que aún se celebra la Huayrona (elección de las autoridades campesinas de cada parcialidad o ayllu) donde la nueva autoridad electa no usa banda presidencial sino un antiquísimo quipu conservado por las autoridades locales. También fue elegido por el investigador Franc Salomon como escenario de su libro Los Quipocamayos, de lectura obligada para entender el significado y valor de estas cuerdas anudadas.
Por si fuera poco, Tupicocha cuenta con espacios que garantizan un buen contacto con la naturaleza, refugio de antiguas tradiciones textiles y toda una lección de los antiguos y nuevos métodos de siembra y cosecha de agua en la sierra de Lima.
Y todo a solo tres horas de la ciudad de Lima.
Lo recomendable es viajar con coche propio. Seguir la ruta de la Carretera Central, pasar Chosica, Ricardo Palma y, luego de pagar el peaje está el desvío hacia Cocachacra, desde donde se inicia el ascenso hacia Chaute, Santiago de Tumna y San Andrés de Tupicocha. La ventaja del auto propio también radica en que se puede volver por la misma ruta o continuar por San Damián de los Checa, Lahuaytambo y Sunicancha para luego descender a la altura de San José de Chorrillos y volver a Lima por la ruta de Antioquía, Sisicaya, Santa Rosa de Chontay y Cieneguilla. También existe una nueva ruta que une Tupicocha con Antioquía, pero no es recomendable en temporada de lluvias y exige una buena camioneta cuatro por cuatro.
Pero no hay problema si vas sin coche. En el parque Echenique de Chosica se pueden tomar los colectivos hasta Cocachacra (diez a quince minutos) y desde ahí los microbuses que van hasta Tupicocha. Otra posibilidad son los buses que salen desde Lima como los de la Empresa Santa María (959316424, terminal frente ala comisaría de Yerbateros) y la Emnpresa Pérez Solís (969792815 e la esquina de la Av. Huarochirí con metropolitano).
En Tupicocha hay hospedajes y restaurantes. Recomendable es el hotel Pariakaka (fonos 983891347 y 991564963) y existe la opción de acampar en el vecino bosque de pinos (dicen que tiene 140 mil árboles) previa llamada al fono 925601349 (Srta. Paola) de la Oficina de Turismo de la Municipalidad.
En el pueblo es obligado visitar a las tejedoras de shicras, una tradición artesanal que usa fibra de maguey. Sus bolsos son eternos y puedan cargar muchos kilos gracias a su fuerte contextura. Tupicocha debe ser el único lugar en el Perú donde se conserva esta antigua tradición texti. Tan antigua como Caral, donde se encontraron enormes shicras usadas en la construcción de pirámides y otros edificios por su resistencia antisísmica.
Si bien la fiesta del pueblo es en noviembre (San Andrés) todo el año es bueno para visitar Tupicocha y conocer otras actividades tradicionales como las amunas (limpieza de acequias previas a la época de siembra) y la huayrona (primeros días de enero). También se puede visitar la catarata Peña Blanca y la laguna Ururi, símbolo de cómo Tupicocha supo enfrentar la carencia de agua. Con un poco de suerte podrán conversar con el alcalde Roy Vilcayauri, gestor y pionero de los métodos de siembra y cosecha de agua en los Andes.
Otra buena ruta de caminatas es la cercana zona de Cinco Cerros o Pichqamarca que políticamente pertenece al distrito de Antioquía, pero su acceso está a mitad del camino que une Tupicocha con San Damián de los Checa. Según la tradición, cinco fueron los huevos donde nació Pariacaca, la deidad más importante del panteón huarochirano. Se puede acampar cerca y recorrer la zona donde quedan vestigios de antiquísimos adoratorios y cementerios.
Estos feriados de Semana santa son una buena oportunidad para comprobar el enorme potencial turístico de Huarochirí. Si le gusta tomar fotos y contar sus experiencias de viaje no dude en escribirnos: andaresmagazine siempre tendrá un espacio para las crónicas viajeras de sus lectores.